Entre muros hechos de troncos plateados incrustrados formando una sólida pared, me encuentro contando los pétalos de rosas que dejaste al partir esta mañana para combatir otra de tus batallas. Aunque admito que eres fuerte y llevas tu armadura puesta, sé que las palabras pueden cortar más que una espada bien afilada, y herir tu corazón dejándote desarmada. Espero que seas fuerte y recuerdes todas esas batallas ganadas, que ganaste por tu corazón y no por la fuerza de tu puño violento. Confío en el poder de tu determinación, que siempre te trajo a mis brazos aún cuando las noches eran frías y los rumores atacaban la fe que me sostenía para no caer rendida en pedazos. Hablaré con las estrellas para que te susurren el poder que cargas en tu pecho y que con la espada dibujes tu destino de vuelta hacia mí.